miércoles, 26 de febrero de 2014

sábado, 22 de febrero de 2014

CUARESMA 2014


ES  TIEMPO DE CAMBIAR


 

 

"LA CONFESIÓN"

VIDEO PARA INFANTIL Y PRIMARIA - 


domingo, 19 de enero de 2014




           BOCATA SOLIDARIO
RECAUDACIÓN: 390,12€
Alumnos de 4º de ESO ingresando el dinero,
 19 de febrero




¡GRACIAS!  A TOD@S


El pasado miércoles, día 12 de febrero, celebramos en el colegio la octava edición del "Bocata Solidario".
Dibujo Bocadillo vegetal pintado por BOCADILLOQueremos agradecer al  ANPA "José Graña" su ENTREGA  Y DEDICACIÓN, sin ella nos quedaríamos sin lo principal...  
¡¡¡LOS  BOCATAS!!!"
 y la distribución de los mismos.

 También agradecemos a aquellas personas que donaron pan, agua y fiambre: las panaderías de "Rogelio Iglesias e hijos", "Cal Barral" y "Aval", y a los establecimientos: "Disalmo" y "Supermercado Carlos de Beluso".




Los beneficios obtenidos en dicha jornada serán destinados a colaborar en la financiación de un proyecto de Manos Unidas para la mejora de un orfanato en la localidad de Nongkasen, en el estado de Meghalaya, al nordeste de la India.






miércoles, 15 de enero de 2014

Este domingo, 26 de enero de 2014 es el día de la  INFANCIA MISIONERA.
¡APUNTATE A LA REVOLUCIÓN!

REZANDO,                                                         COLABORANDO,


 CANTANDO,                           
http://youtu.be/9inNwSQL6Gw?t=2m0s

martes, 14 de enero de 2014

INFANCIA  MISIONERA
Sucedió en Filipinas
Rowena tiene 11 años y, como muchos niños en Filipinas, ha vivido la peor pesadilla de su vida. Se ha quedado sin casa, sin escuela, sin muchos de sus amigos y familiares, y sueña en que un día, no muy lejano, todo vuelva a ser como antes.

“Era la madrugada del pasado 8 de noviembre cuando el tifón Haiyan arrasó mi país, Filipinas. Ya hacía unos días que iban avisando a la población para que desalojara todas las zonas costeras y protegiera sus casas de los fuertes vientos. Los pronósticos fueron empeorando, pero nadie imaginaba que lo que iba a llegar a Filipinas iba a ser el peor tifón de la historia”, cuenta esta pequeña superviviente.

Recuerda que, “cuando llegó el tifón, yo estaba intentando dormir en el piso bajo de mi casa. Vivo en una ciudad que se llama Tacloban, que ha sido una de las más afectadas. Había mucho viento, y me daba un poco de miedo. De pronto, llegó papá a sacarnos de la cama a mí y a mis tres hermanos para que subiéramos al piso de arriba de nuestra casa y nos pusiéramos, muy quietitos, debajo del tejado, porque la casa se estaba llenando de agua. Mientras los vientos del tifón  soplaban a nuestro alrededor y las olas del mar llegaban hasta el segundo piso, papá nos ayudó a subirnos al techo. Mis hermanas pequeñas no paraban de llorar, y mi hermano y yo, aunque temblábamos de miedo, no queríamos decir nada para que se sintieran más protegidas”, nos explica Rowena ahora que todo ha pasado. 

La zona donde vivía su familia quedó destrozada y vacía. Ellos se salvaron todos y dan gracias a Dios por ello. No obstante, cuenta que ha perdido a muchos amigos, y a sus tíos y primos que vivían cerca de la playa. “Nuestra casa se mojó toda enterita y no tenemos comida ni agua, porque el pozo se llenó de agua del mar, que no se puede beber. Muchas de las casas que no se habían destruido se habían quedado sin techo; por suerte, nuestra casa resistió, salvándose de varios árboles caídos. Otras casas en la ciudad fueron aplastadas. ¡Ojalá pudiéramos tener todos casas de ladrillo! Entonces no se las llevarían por delante los tifones”.

En esta zona de Tacloban donde vive Rowena, muchos se dedicaban a la pesca, como su padre. El tifón también destrozó los barcos, o sea, que ahora tampoco pueden salir a pescar. No tienen nada. Esta niña filipina nos cuenta que ahora entre todos están intentado reconstruir las casas y que los niños y niñas, que vagan entre los escombros y que, por ahora no pueden volver a la escuela porque ha desaparecido, se dedican a pedir un poco de ayuda. Se acercan a la carretera  por si los coches que pasan les pueden dar agua o un poco de comida.

Dice Rowena que “mi mamá nos lleva todas las mañanas a la iglesia y allí veo que se le saltan las lágrimas al rezar y pedir ayuda a Dios. Filipinas es un país muy católico, pero estos días casi no hay nadie en las iglesias, porque están  destrozadas. La pequeña iglesia de mi barrio se ha quedado toda rota; los asientos están cubiertos de vigas de hierro, de trozos de madera de las paredes y de cristales rotos, y allí, entre todos los escombros, nos arrodillamos para pedir ayuda a Dios”.

Rowena se ha convertido en una de las supervivientes del tifón Haiyan. Gracias a su valentía y coraje, no se da por vencida y cuida de sus hermanos pequeños. “Dicen que ya va llegando la ayuda internacional, pero poco a poco. Los hospitales están llenos y no tienen medicinas para atender a los heridos, y mucha gente está cogiendo graves enfermedades por beber agua contaminada. Mi papá nos dice que nos quedan años de trabajo para que nuestra ciudad vuelva a ser la misma de antes; ojalá nos ayuden mucho desde los países que tienen más que nosotros para poder atender a tanta gente que se ha quedado sin nada y tantos niños que se han quedado huérfanos. Yo he sido afortunada”.